Capítulo 1254
Apreté con fuerza las sábanas y, llorando, le grité con rabia:

—¿Qué quieres que haga? Desde el principio el que me gustaba era Javier. Luego, cuando perdí la memoria, fue cuando empecé a estar contigo. Pero ahora que he recordado todo, que volví a sentir lo que sentía por Javier, no puedo olvidarlo. Quiero estar con él, cumplir la promesa que hicimos cuando éramos jóvenes. ¿Y eso qué tiene de malo?

Mateo se quedó inmóvil.

Le temblaron los dedos y se le fue el color de la cara.

Ese blanco extremo y la tristeza en su mirada eran como gritos de desesperación.

Aparté la vista y me cubrí la cara, llorando con fuerza.

Javier, creyendo que lloraba por la discusión, se acercó y me abrazó.

—Está bien, Aurora. No hiciste nada malo. Nadie tiene la culpa. No llores más.

Luego miró a Mateo y añadió, con calma:

—Ella no quiso olvidar. Tampoco decidió recuperar esos recuerdos. No puedes culparla. Yo siempre dije que la esperaría. Así que, Mateo, al final… tuviste mala suerte.

Mateo siguió mirándome
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