Camila, halagada por lo que dijo Waylon, aún tuvo el descaro de sonreírme con aire triunfal.
A veces ,en serio, creía que esta mujer estaba enferma.
Lo miré, seria:
—Ya venir a verlo fue bastante en contra de mi voluntad. Si insiste en revisarme, señor Dupuis, entonces olvídelo. No hace falta que nos veamos. Me voy.
—Aurora...
Waylon se rio un poco y en ese instante cinco o seis guardaespaldas salieron del salón reservado, bloquearon la salida y nos impidieron avanzar.
Mis hombres reaccionaron de inmediato y sacaron sus armas.
Estaba a punto de estallar una pelea.
Les hice una seña a mis guardaespaldas para que bajaran las armas.
No había venido a enfrentarme con Waylon, sino a cumplir mi plan.
Si no mostraba resistencia ante su petición de revisarme, seguramente iba a sospechar algo.
Tenía que actuar como si estuviera ahí a regañadientes, justo como él esperaba.
Me volteé para mirarlo.
Waylon se levantó y se acercó despacio, con una sonrisa arrogante:
—Ya que estás aquí, ¿cómo voy a d