Capítulo 1158
Con Waylon moviendo los hilos por detrás, esto no podía ser una simple “tontería”.

Seguramente fingía calma para que yo no me preocupara, así que se mostraba sereno delante de mí.

Mateo sirvió la comida en la mesa y sonrió.

—Te traje todo lo que te gusta y está caliente; cómelo ya.

Bajé la vista y contuve la angustia. No lo confronté.

Si él quería verme feliz y sin preocupaciones, así sería; al menos no tendría que distraerse pendiente de mi ánimo.

Después de comer, Mateo se fue al despacho. Yo no lo molesté y me fui al invernadero del fondo a estar con los niños.

Chloe acababa de irse y doña Godines había traído a los niños a alimentar los pajaritos. En invierno casi no quedaban flores en el invernadero, solo unos cuantos ciruelos en flor. En la jaula había dos pájaros a los que Embi y Luki les estaban dando de comer; Mateo los había comprado con ellos en el mercado de aves la última vez que salieron.

—Mami… —Embi saltó y se acomodó en mi regazo, rodeándome con sus manitas—. ¿Y papi
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