Por la mañana, Zella me llamó y me preguntó por qué Valerie no iba a verla desde hacía tanto tiempo. Dijo que hasta la había llamado varias veces y no le contestaba, que quería saber si algo le había pasado.
No me quedó de otra más que mentirle.
Le dije que Valerie había aceptado un proyecto nuevo y andaba muy ocupada. También le prometí que cuando tuviera tiempo libre, íbamos a ir a visitarla juntas.
Zella me creyó y, con esa voz tan dulce y amable que tiene, nos pidió a las dos que cuidáramos nuestra salud y que no trabajáramos tanto.
Escuchar esa voz tan cariñosa me dejó con un dolor en el pecho y mucha culpa. No sabía cuánto tiempo más iba a poder seguir ocultándole la verdad.
Quería tanto el milagro: que Valerie despertara pronto.
Alan salió del baño con una palangana de agua caliente.
Con una toalla húmeda empezó a limpiarle la cara y las manos a Valerie, tratándola con una delicadeza infinita.
Con los labios apretados y los ojos rojos, la miraba.
Pasó un buen rato hasta q