—Y hablando de eso, su Alamida ni se compara con Ruitalia—decía Alan, muy presumido—. Nuestra ciudad es famosa por los canales, la comida, los paisajes, las cuatro estaciones y toda su historia...
Antes de que terminara, Valerie se inclinó hacia Samuel, con los ojos llenos de entusiasmo.
—Escuché que en Alamida el clima es muy lindo, casi como primavera todo el año. ¿Es cierto?
Samuel asintió.
—Sí. El clima es templado y está lleno de flores. Si van, los voy a llevar a ver las flores más bonitas del mundo.
—¡Guau! —exclamó Valerie, emocionada.
Tomó mi brazo.
—Aurorita, tenemos que ir, ¡vamos juntas!
A un lado, Alan se mostró molesto y la miró con fastidio, pero ella no le hizo caso.
Me siguió sacudiendo el brazo, empeñada en que aceptara ir a Alamida con ella.
La verdad, también me daban ganas.
Siempre escuché que Alamida era una ciudad muy linda, llena de flores, y que estaba considerada una de las diez mejores ciudades para vivir de todo el mundo.
Pero ahora había demasiadas cosas si