Si no lo hacía en este instante, ¿cuándo iba a tener otra oportunidad?
Así que sí, iba a "molestarlo" como se debía.
Con mis provocaciones y esas pequeñas amenazas, al final él estaba casi como si fuera a llorar.
Para revivir esa sensación de mi sueño, le agarré las manos por encima de la cabeza.
Lo miré desde arriba, sonriendo.
—A ver, otra vez. Llora y ruégame que te haga sentir bien, ruégame que te deje en paz.
—Aurora —me miró con rabia.
—¿Qué pasa? ¿No quieres? Lo sabía, el gran director no cumple su palabra. Hace un momento me prometiste que...
—Aurora... —me interrumpió.
Su voz era débil, los ojos se le llenaron de lágrimas, con un brillo de tristeza que no era real.
¡Qué actorazo!
—Amor... no me hagas esto, por favor... —murmuró con los ojos rojos, como si estuviera a punto de llorar—. Te lo ruego, amor... por favor...
Ay... verlo así me ablandó el corazón.
—Amor, por favor... —repitió, moviendo mis brazos con una cara tan tierna que terminé riéndome.
Ya había sido suficiente.