—¿Alguna vez pensaste que de muchas cosas sobre ti Javier se entera primero y yo siempre soy el último en saber? ¿Te diste cuenta de que a Javier no lo engañas, pero a mí sí me llenas de mentiras? Incluso cuando te pasa algo, cuando estás en peligro, primero piensas en él y no en mí... —dijo Mateo.
—¡No! ¡No es así! —le grité con los ojos enrojecidos de rabia.
Él me respondió, sujetándome los hombros:
—Aurora, cálmate un momento. En realidad, no te digo esto para reprocharte sino para que entiendas tu propio corazón. Quizá por haber olvidado los recuerdos de tu juventud crees que no quieres a Javier. Pero puede que en el fondo de ti misma Javier sea el más importante. Sin darte cuenta quieres acercarte a él. Tienes una familiaridad y confianza inexplicables. Así que, Aurora, yo no quiero dejarte ni abandonarte. Solo quiero que encuentres tu verdadera felicidad. No quiero que un día te des cuenta de que en realidad amabas a él y no a mí, y vivas ese dolor y arrepentimiento...
—¡No! ¡No