Capítulo 322
Eh...

Alan se quejó:

—Ya, ya, no voy a discutir contigo. Me voy a dormir.

Se volteó y dio un par de pasos, pero recordó algo y volvió rápido para decirle algo a Mateo:

—No te olvides de comprarme mi abrigo de piel.

—Ya te mandé el dinero. Cómpralo tú.

Alan abrió mucho los ojos y revisó su teléfono.

Después de un rato, se rio entre dientes:

—Me mandaste algo extra. Luego te traigo uno también.

—No hace falta —dijo Mateo con un tono indiferente.

Alan insistió:

—Entonces se lo compro a Aurora.

—¡No! —contestó Mateo, seco.

Alan sacó la lengua:

—Bueno, si no, me lo quedo yo. Hay muchas cosas que puedo hacer con ese dinero.

Dicho eso, se fue a su habitación.

Cuando Alan se fue, sentí que el ambiente se puso más tenso.

Sostuve la bolsa y me hice hacia atrás, apoyándome en el marco de la puerta.

Mateo dio un paso hacia mí. Ese hombre de más de metro ochenta me miraba desde arriba:

—¿No quieres quedarte conmigo en la misma habitación?

Me mordí el labio:

—No es eso.

—¿Entonces qué? ¿Tienes miedo
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