Waylon levantó la mano y sonrió:
—Es una broma, una broma, señor Bernard, no lo tome tan en serio. Pero dime, venimos a hablar de negocios y el señor Mateo aparece con su exesposa… Los que no sepan van a pensar que quiere comprarme con ella.
Antes de que Mateo dijera algo, hablé, tranquila:
—Señor Dupuis, hay un malentendido. Aunque fui esposa del señor Bernard, ahora soy su asistente personal.
—¿Asistente? —Waylon levantó una ceja y sonrió como si le interesara el tema—. Exesposa y asistente… eso suena muy interesante.
—Por eso, venir con él a una cena como esta no debería parecer raro, ¿no cree?
Waylon respondió entre risas:
—No, para nada. Si tú no hubieras venido, esta cena sería un aburrimiento.
Mientras hablaba, sus ojos oscuros no se despegaban de mí.
No era la misma mirada que le echó a Camila, pero igual me incomodaba.
Bajé la vista y me puse de pie para servirle una copa de vino.
—He oído mucho sobre usted, señor Dupuis. Y ahora que lo tengo enfrente, puedo decir que todo lo