Me quedé tiesa como estatua.
¿En serio tengo tan mala suerte? ¿Otra vez me topo con Mateo y Camila en el hospital?
—Aurora, ¿qué haces aquí?
Efectivamente, era la voz asquerosamente dulce de Camila.
Cerré los ojos, frustrada. La próxima vez que venga al doctor, mejor elijo otro día y otro hospital.
Aunque... ¿De qué sirve? Parece que no importa cuándo o dónde vaya, siempre termino encontrándomelos.
No sé si es mala suerte o el destino jugándome una broma pesada.
—Aurora, ¿otra vez en el hospital? —preguntó Camila desde atrás.
Apreté los labios. ¡Esa pregunta se la debería hacer yo a ella!
Me di la vuelta, sintiendo el cuerpo tenso.
Mateo me miraba con cara de pocos amigos, como si no me hubiera acosado esa mañana.
Sus ojos amenazantes pasaron por mí y se detuvieron en la bolsa de pastillas que llevaba.
Por suerte, la bolsa tenía el logo del hospital y no se veía qué traía adentro.
Pero, no me podía confiar... él era capaz de quitármela de un jalón.
Así que la escondí atrás de mí y le s