Aurora
El tiempo se mide diferente cuando estás atrapada. Los segundos se vuelven horas y las horas, eternidades. Llevo encerrada en este sótano húmedo lo que parecen días, aunque mi reloj interno está tan desorientado como yo. La única certeza es el dolor punzante en mi costado donde recibí el golpe durante el secuestro.
Me arrastro hasta la pequeña ventana enrejada, la única fuente de luz en este infierno. Afuera está oscureciendo. Si Gael hubiera descifrado mi mensaje, ya debería estar aquí. Cada minuto que pasa disminuye mis esperanzas.
"No vendrá", susurra una voz en mi cabeza. "Nadie sabe dónde estás."
Aprieto los dientes mientras examino la habitación por enésima vez. Una puerta metálica, una silla rota, tuberías oxidadas en el techo y esta maldita ventana demasiado pequeña incluso para mi cuerpo. El dolor en mi costado se intensifica cuando intento ponerme de pie.
—Piensa, Aurora, piensa —murmuro para mantenerme cuerda.
Recuerdo las palabras de mi padre años atrás: "Si alguna