Gael
Nunca he sido un hombre de palabras. Las palabras son para quienes no saben actuar, para quienes necesitan llenar el silencio porque le temen. Yo siempre he preferido el silencio. Hasta ahora.
Porque ahora el silencio me está matando.
Han pasado cuatro horas desde que Aurora desapareció después de nuestra discusión. Cuatro horas de recorrer cada rincón de esta maldita casa que de pronto parece demasiado grande, demasiado vacía. Cuatro horas de sentir cómo algo se desmorona dentro de mí.
Reviso mi teléfono por enésima vez. Nada. Ni un mensaje, ni una llamada. Paso la mano por mi cabello, frustrado. ¿Dónde demonios se ha metido? La he buscado en el jardín, en la cocina, en todas las habitaciones. He llamado a Mateo, a Diana, incluso estuve a punto de llamar a su madre.
Y entonces lo recuerdo. La biblioteca del ala este. Ese lugar olvidado donde mi padre solía encerrarse cuando quería escapar del mundo. Nadie va allí desde hace años.
Atravieso los pasillos con pasos largos, casi cor