 Mundo de ficçãoIniciar sessão
Mundo de ficçãoIniciar sessãoLa leve brisa matutina movía las cortinas como una dulce caricia delicada, haciendo que los primeros rayos del sol que anunciaban la llegada de un nuevo día se colaran por el amplio ventanal, iluminando toda la habitación con su suave resplandor.
El hombre se removió en la cama, soltando un gruñido ronco y bajo cuando la claridad dió de lleno en su rostro, tratando de acomodarse para poder seguir durmiendo, pero un golpe suave en sus costillas lo hizo desistir de su infructuoso intento. Se estiró despacio, tratando de despertar por completo y abriendo sus ojos los restregó con ahínco, buscando alejar la somnolencia y que estos pudieran adaptarse a la luz sin lastimarse. Observó a los dos pequeños bultos junto a él y una sonrisa genuina se dibujó en sus labios al ver a las dos pequeñas rubias abrazadas, durmiendo plácidamente, con sus pechos subiendo y bajando tranquilamente. Se levantó despacio para no despertarlas y caminó hacia la ducha con la esperanza de que el agua fría alejara por completo el entumecimiento de su cuerpo y de su mente, para poder ir a trabajar con un poco de ánimo. Cuando terminó de ducharse y salió del baño para poder vestirse, sonrió al ver a las dos pequeñas ya despiertas, jugando entre sí, con aquellos ojos tan verdes como los suyos, cuya inocencia el anhelaba nunca haber perdido en los propios. - Así que mis princesas ya están listas también para su jornada.- Murmuró besando la frente de ambas, sonriendo enternecido.- Entonces no se diga más.- Comenzó a limpiarlas para poder cambiarles el pañal y la ropa, pues la situación ni siquiera le permitía poder pagarles una niñera, haciéndole sentirse un fracaso total. Si no lograba estabilizar la situación de la empresa, muy pronto ya no tendría ni siquiera para comprarles los pañales o dónde vivir. Sacudió la cabeza, tratando de deshacerse de esos pensamientos para nada positivos, pero después de ver como todos le habían dado la espalda y cada vez lo arrinconaban a un callejón sin salida, ya estos se habían vuelto permanentes en su mente. Después de cambiarse y arreglar todo lo necesario para las bebés, tomó a ambas mini rubias cómo Louis solía llamarlas y bajó por las escaleras con sumo cuidado, tratando de no resbalar y terminar provocando una tragedia, pues lo más seguro era que Leroy ya se encontraba arreglando el coche que muy pronto tendría que vender. Puso a cada una en su propia silla al llegar a la cocina y respirando profundamente, hizo acopio de toda su fuerza de voluntad, se preparó un desayuno ligero para él y las niñas, el cuál llevaría consigo y los biberones, pues aún era demasiado temprano para comer en casa, a pesar de saber que él ni siquiera podría probar un bocado. - ¡Vamos princesas!. Tenemos un largo día por delante y el tío Leroy seguramente ya nos está esperando.- Kalet tomó a las pequeñas en sus brazos, mientras hacía malabares para poder cargar todo de una vez hasta su coche. - Permíteme muchacho.- Leroy que iba entrando a la casa para buscarlo, salió corriendo a su encuentro, al ver al joven a punto de caer. - No deberías molestarte Leroy. - Deja de fingir que puedes solo con todo muchacho. Sabes que no eres alguien con súper poderes.- El mayor le sonrió de forma afable, caminando a la salida con total tranquilidad. - Debo aprender a valerme por mi mismo y hacer todo por mi cuenta.- Kalet respondió con tristeza, mientras seguía al mayor con las niñas en sus brazos. - Sé por dónde vas y la respuesta de mi parte siempre será la misma, así que no sigas o me enfadaré contigo.- Leroy respondió resuelto, mientras colocaba las cosas en el baúl del coche. - Dentro de poco ya no tendré con que pagar tu sueldo. - Tengo techo y comida. Eso es todo lo que un viejo sin esposa ni hijos necesita para recorrer lo que le queda de camino. - ¡No digas tonterías Leroy!.- Kalet lo reprendió. Amaba a ese hombre y la sola idea de perderlo como a sus padres lo destrozaba. - Entonces tú también deja de molestarme con lo mismo.- Le reprochó, ayudándole a acomodar a las niñas en sus asientos. - Está bien.- El hombre alzó las manos en señal de rendición.- No volveré a tocar el tema.- Leroy asintió conforme, antes de abrir la puerta del pasajero para Kalet. El trayecto fue en total silencio, mientras Kalet pensaba en miles de soluciones para salvar lo único que le quedaba de sus padres. El laboratorio y Escoffier Fragance no eran solamente una empresa, para Kalet era lo más sagrado que sus padres le habían dejado al fallecer. Ellos lo habían levantado todo desde cero. No podía permitir que todo el arduo trabajo de sus padres se fuera al fango por sus malas decisiones. A&A era una de las pocas salidas que tenía, pues si estos invertian en sus proyectos, llamarían la atención de las demás empresas de inmediato, pues el prestigio de estos ya era conocido más allá de las fronteras. Pero era consciente que un gigante como aquel conglomerado, jamás le prestaria atención a un negocio en quiebra del que muy pocos conocían el nombre, pues desde que empezaron a robarle fórmulas de los perfumes que la empresa producía y comenzaron a venderlas a la competencia, el prestigio que algún día habían tenido, fue quedándose en el olvido. Y de hacerlo... Seguramente las condiciones no le serían favorables. - Deja de culparte, ¿Quieres?.- Leroy rompió el silencio, al ver al joven sumergido nuevamente en sus pensamientos, conociendo cuáles eran los que ocupaban estos en aquel momento al ver su mirada perdida y sus ojos enrojecer lentamente. - No puedo evitarlo aunque lo intente.- Rabia y frustración. A eso sabían sus palabras. - Tú no fallaste en nada: fueron ellos los que te fallaron y se aprovecharon de tu confianza.- Leroy le miró de reojo, mientras entraban al parqueo de Escoffier Fragance.- Ahora ve ahí adentro y haz lo mejor que sabes hacer: no darte por vencido y demuestrales que a pesar de sus fechorías, puedes seguir en pie y recuperar lo que ellos te robaron. Yo volveré por ti en la tarde y cualquier cosa: llámame. Kalet asintió, antes de abrir la puerta del coche y bajar de este, mientras Leroy bajaba todas las cosas y él iba por ambas niñas. - Yo te ayudo.- Un hombre pelinegro, de la misma edad con Kalet se acercó corriendo.- ¡Ven con el tío princesa!.- Exclamó encantado, mientras tomaba entre sus brazos a una de las pequeñas rubias.- ¡Vamos!. ¡Tengo buenas noticias!. - ¡Espera Louis!.- Kalet gritó al ver que este salía casi corriendo al interior del edificio. Leroy negó entre risas, mientras le entregaba las cosas a Kalet.- ¡Este muchacho no cambiará nunca!.- Kalet suspiró, sabiendo que el mayor tenía razón.- Nos vemos en la tarde. - Está bien Leroy. Gracias.- El último sólo asintió sonriente, antes de arrancar el coche para regresar a la casa y poner todo en orden. Caminó al interior del edificio con la otra bebé en brazos, en donde el silencio era frío y ensordecedor, pues debido a la situación que atravesaban en aquel momento, habían tenido que despedir a más de la mitad del personal. - Buenos días señor Escoffier.- Una mujer de mediana edad, lo saludó amablemente tras el escritorio de recepción. - Buenos días Cécile.- Kalet trató de sonreír, aunque apenas fue una mueca mal disimulada. - Le daría las buenas noticias, pero supongo que Louis está impaciente por ser él quien se las dé.- La mujer señaló con su cabeza al pelinegro, quién lo esperaba impaciente frente al ascensor. Kalet asintió y avanzó hasta Louis con un atisbo de curiosidad brotándole en el corazón. - ¿Hablarás?.- El ojiverde preguntó apenas llegó junto a él. - En tu oficina.- Louis respondió con una mirada que él no supo interpretar. El elevador se abrió y ambos subieron a él, mientras las pequeñas balbuceaban cosas ininteligibles entre ellas. Kalet quería insistir, pero sabía que el pelinegro no diría nada mientras no estuvieran en la oficina. Cuándo llegaron al último piso, el elevador se detuvo y una sonriente joven con frenillos los recibió entusiasta.- Deme las niñas señor. Yo me encargo de ellas.- Dijo mientras tomaba a la que Kalet llevaba en brazos. - Gracias Paulette. - Es un gusto servirle señor.- La chica respondió sonriente, mientras ponía a las pequeñas sobre un montón de mantas y almohadas, rodeadas de juguetes. Kalet besó la frente de sus hijas, dejando la mochila con todo lo necesario para el cuidado de las niñas a Paulette, antes de caminar junto a Louis hasta su oficina, queriendo saber cuánto antes aquella noticia que tanto le intrigaba. - Habla.- El ojiverde se dejó caer en su silla y exigió apenas Louis cerraba la puerta. - Alguien quiere invertir en la empresa.- Louis pronunció sin preámbulos, al ver que su amigo ya estaba harto del misterio. - ¿Alguien? ¿De qué hablas?.- Kalet preguntó, confundido.- ¿Quién podría estar tan loco como para invertir en un negocio fracasado cómo este?.- La ironía no pasó desapercibida en su voz y un brillo burlesco danzó en sus ojos, aunque el fondo, deseaba que fuera tan real como el latir sonoro de su corazón. - Es… Es una empresa muy bien posicionada y estoy seguro que saben perfectamente lo que hacen.- Louis lo fulminó con la mirada ante aquel comentario tan despectivo, aunque no pudo ocultar los nervios en su interior. - Louis… Habla claro, ¿Quieres?. No estoy para adivinanzas.- Kalet resopló molesto. - La asistente personal de A&A se puso en contacto conmigo ayer por la noche y me dijo que una de las misteriosas fundadoras estaba interesada en invertir, fusionar la empresa o adquirirla si lo desearas.- Louis siguió explicando, mientras extendía una carpeta.- Me los envió a primera hora para que te lo entregara y me pidió que revisaras cuidadosamente cada propuesta. - No me interesa.- Kalet le dió de nuevo la carpeta, sin siquiera abrirla, porque sabía que sólo estaban buscando aprovecharse de su situación, cómo las demás y aunque colaborar con ellos era justo lo que necesitaba, no les daría el gusto de gozar en su desesperación. No quería ver aquel documento... No quería ver como se burlaban de su estupidez. - Deberías echarle un vistazo y programar una cita para hablar con ella… - ¡No lo haré!. No permitiré que de nuevo quieran verme la cara de tonto y humillarme sin miramientos. - ¡Basta Kalet!.- Louis gritó fuera de sí.- ¡Deja de comportarte cómo un niño por Dios!. ¿Quieres salvar la empresa que te dejaron tus padres?. ¡Bien!. ¡Ahí puedes encontrar la solución!. Deja el orgullo por una vez en tu vida. Yo ya leí parte del contenido y las propuestas son buenas... Mucho más buenas de lo que podríamos esperar.- Louis trató de persuadirlo. - Si tanto quieres esto, entonces ve tú. - No Kalet. Irás tú aunque tenga que arrastrarte. No seas tan egoísta y piensa en el futuro que quieres para tus hijas, antes de poner tu ego ante todo.- Louis se dio la vuelta y salió del lugar cómo un vendaval. Se sintió mal por haber usado aquella carta tan poco honorable, pero debía hacer entrar en razón al ojiverde. Kalet miró la puerta cerrarse con violencia, con su mente hecha un lío y su corazón a punto de enloquecer. Miró aquel folder en su escritorio y un nudo se atoró en su garganta al darse cuenta que aunque las palabras de Louis fueran crueles, este tenía toda la razón. Le costaba ceder a su orgullo y aceptar limosnas de un desconocido pero, sus hijas merecían un futuro mejor y él no tenía derecho a arrebatárselos por su absurda manera de comportarse. Además A&A había dado el primer paso. No conocía los motivos, pero, era una oportunidad de oro que debía evaluar cuidadosamente.








