 Mundo de ficçãoIniciar sessão
Mundo de ficçãoIniciar sessãoObservaba por el enorme ventanal como las olas rompían contra las rocas en la playa, mientras el sol bañaba las aguas con sus cálidos colores, haciendo que la espuma brillara de manera sublime.
Esa era la vida que merecía y nadie podría hacerle creer lo contrario. Nació para ser una reina y poner el mundo a sus pies. Sonrió de manera burlesca y satisfecha, sentándose en la cama mientras retiraba su bata, revelando un bikini color fuego que no tapaba casi nada. Se encontraba en un lujoso hotel de las playas caribeñas, disfrutando del dinero que había logrado conseguir, dándose la vida de lujos que a su parecer merecía. Miró la hora en su teléfono y frunció el ceño al ver que ya había pasado más de una hora y su amante aún no había regresado, lo que comenzó a preocuparle. Marcó el número de este y un mal presentimiento comenzó a extenderse en su pecho cuando la operadora respondió diciendo que estaba fuera de línea. Marcó de nuevo y al obtener el mismo resultado, lanzó el aparato contra la cama, furiosa. Se puso la bata nuevamente y abandonó la habitación furiosa, mientras seguía marcando el número una y otra vez, sintiendo su sangre hervir de rabia. Apenas el ascensor se detuvo, esta salió al lobby del hotel y avanzó hacia la salida, pisando furiosa mientras la brisa marina movía sus cabellos a su antojo. Una notificación del banco entró en su celular y esta la abrió de inmediato. Su rostro palideció gradualmente, para luego volverse rojo, mientras apretaba el aparato entre sus dedos, deseando romperlo en mil pedazos. Le había robado... Había robado todo su dinero. Su pecho subía y bajaba a toda velocidad, con la sangre corriendo por sus venas como lava ardiente, deseando despedazar al hombre en aquel mismo instante. Marcó un nuevo número en su celular y esperó ansiosamente a que la persona al otro lado respondiera. Uno... Dos... Tres tonos. - ¿Qué pasa Margot?.- La voz seria de una mujer se dejó escuchar al otro lado de la línea. - ¡Mamá!, ¡Ayúdame por favor!.- Su voz abatida inundó el auricular, mientras se mordía su labio inferior para tratar de mitigar el coraje. - ¿Qué idiotez hiciste ahora?.- Fastidio y molestia... Eso era todo lo que podía sentir en aquel tono. - Mamá... - Nada de mamá Margot.- La mujer respondió sin cambiar el tono.- Esta vez lo lamento, pero sea lo que sea no podré ayudarte. - Mamá: ¡Escuchame por favor!. - Puedo escucharte, pero no ayudarte. - ¿Por qué?. - Margot: ¿Tienes idea del gran lío que has armado esta vez?. Kalet está furioso y si reune pruebas que confirmen que le robaste, estarás perdida. - Soy una Petit. No se atrevería a ir en contra de papá.- Margot rodó los ojos fastidiada. - Esta vez dudo que tu padre quiera ayudarte. - Tú puedes convencerlo. - Margot: ¡Está furioso!. Incluso congeló mis tarjetas y las tuyas para que de ninguna manera puedas usar el dinero de la familia. - ¿Qué papá hizo qué?.- Margot dió un pisotón furiosa al escuchar aquellas palabras.- ¡No puede hacerme eso!. - Sabes que la empresa no va bien y ha tenido que sobornar a personas que saben lo que hiciste para que estén con la boca cerrada o de lo contrario: no tardarás en ocupar los titulares y las portadas en todos los medios y en nuestra situación, eso sería un suicidio.- La mujer explicó con cierto toque de molestia en la voz. - Pero, pero ¿Qué voy a hacer si no puedo usar las tarjetas?. - ¿Y el dinero que obtuviste de tu "brillante plan"?. - Ya no lo tengo... - ¿Qué?. Margot: ¡Era una fortuna!. ¿Cómo pudiste gastarlo en apenas unos días?.- La rubia tuvo que alejar el teléfono de su oreja para que aquel chillido no reventara sus tímpanos. - Eso no importa, lo importante es que ya no lo tengo y necesito más dinero. - Pues me temo que esta vez no será posible. - Pero mamá... - Ya estás grandecita como para esperar que tu padre y yo te resolvamos la vida gracias a tus imprudencias.- La mujer la reprendió molesta.- ¡Si tan siquiera usaras un poco la cabeza, no hubieras malgastado ese dinero que bien podría habernos sacado de apuros en tonterías!. - Yo sólo disfruto de la vida como me lo merezco. - ¿Y crees que si nos quedamos en la ruina podrás seguir disfrutando de esta como se te dé la gana?. - ¡No me regañes!, ¿Quieres?. - ¿Y qué esperas?, ¿Qué aplauda la estupidez que cometiste?. Podrías haberlo tenido todo, incluso nosotros hubiésemos podido sacar provecho de la situación, pero no: ¡De verdad que no entiendo que es lo que tienes en la cabeza!. Odio admitirlo, pero hay cosas en las que por más que trates no puedes superar a esa chiquilla. - ¡No me compares con Ariane!. - ¡Entonces deja de causar problemas y comportate como una mujer adulta y no como una niñata caprichosa e inmadura!. - Ni siquiera me has dejado explicarte lo que está pasando y ya me estás regañando. - Desde el momento en que dijiste que necesitabas ayuda y dinero se que nada bueno has hecho. - ¿Por qué mamá?. ¿Por qué todos me comparan con ella?. - Hija: cometes error tras error.- La voz de la mujer al otro lado se escuchaba cansada, como si repetir aquellas palabras le costara mucho trabajo.- Eres mi nena consentida y por supuesto que para mí ella jamás será mejor que tú, pero, debes reconocer que esta vez te pasaste de la raya con tus locuras. - Eso no te da derecho a compararme con semejante desperdicio de oxígeno.- Margot hizo un puchero. - Quiero ver si así por fin entras en razón y comienzas a pensar antes de actuar. - Mamá... - Sabes perfectamente que la situación en la que nos encontramos es difícil. A&A parece atacarnos deliberadamente, como si quisieran que la farmacéutica desapareciera del mapa y tú nos metes en más problemas con la tontería que fuiste a hacer, dándoles más material para destruirnos. - ¿De qué hablas?. ¿Por qué los atacarian deliberadamente?. - No lo sé. Eso también quisiera entenderlo.- La mujer respondió con un suspiro.- Ahora lo mejor es que trates de comportarte y no volver a volcar la atención sobre ti. Ariane vuelve en unos días y sabes que eso significan problemas tanto para tu padre como para ti. - ¿Por qué va a volver ese estorbo?. - Los Lefebvre nos han ofrecido un buen trato y ella es el precio a pagar, por lo que tu padre le ha ordenado volver. - ¡Oh!, entonces vuelve para ser carne de cañón.- Margot sonrió satisfecha y burlona, mirando sus uñas. - No te alegres demasiado... Me temo que la niñata a la que podíamos manejar a nuestro antojo ya no es la misma. - Bueno: aún tienen forma de lidiar con ella si se pone caprichosa. - Eso esperamos.- La mujer al otro lado respondió no muy convencida. - Pero, ¿Por qué ella y no yo mamá?. - Margot, te recuerdo que ya tienes dos hijas y que justamente en estos momentos tu reputación está completamente arruinada y el patriarca Lefebvre jamás te aceptaría para esposa de su nieto. Además ese hombre no cuenta con buena reputación por si lo has olvidado. - ¿Si sabes que me estás ofendiendo?. - No es mi culpa que hayas cometido tantas tonterías y el patriarca Lefebvre viva aún en la antigüedad. - Ese viejo rabo verde... - Te dejo. Tu padre ya llegó y... - ¡No!, ¡Espera!.- Margot gritó desesperada.- ¿Y el dinero?. - Ya te dije que tu padre congeló mis tarjetas. - ¡Pero no tengo un centavo para volver!, ¡Ese infeliz me lo robó todo!.- La rubia rechinó los dientes rabiosa. - ¿Te robó?. ¿Tu amante?. - Si mamá. Se llevó todo. - No puedo creerlo. - Ayúdame mami... Por fis... - Bien. Venderé algunas joyas, pero espero hallas aprendido la lección porque será la última vez que te ayude.- La mujer aseveró al otro lado de la línea.- Te envío el dinero apenas lo consiga. - ¡Gracias mami!. - ¡Nada de gracias!. Tendrás que devolverlo porque si la situación sigue igual, será lo único que tendremos para comer. - Está bien mamá. ¡Nos vemos pronto!.- Margot colgó, con un extraño sentimiento en el pecho. Ariane volvía y tenía el presentimiento que venía a declararles la guerra a todos, especialmente a su padre. Recordaba a la chica gorda y despreciada de la escuela y estaba segura que no había cambiado en nada y que los Lefebvre se llevarían un chasco con ella, por lo que con más razón debía volver para aprovechar la oportunidad. Sí, tenía dos hijas, pero seguía siendo tan hermosa como antes del parto, además, siempre y cuando el dinero no faltara, podría ser muchas cosas. Si conseguía casarse con André Lefebvre... Su vida estaría completamente resuelta. Sonrió satisfecha ante su razonamiento y regresó al hotel a preparar sus maletas para marcharse cuanto antes, pues no tenía idea de cuando estaría ahí la tonta de su hermana y debía encargarse personalmente de arruinar su reputación de todas las formas posibles para que aquel matrimonio sólo quedara en sus manos. - ¡Ay Ariane!. Todo habría sido mejor si hubieras renunciado a todo y nos lo hubieras cedido sin ningún pero. Nadie te tendría de un lado a otro y yo no tendría la oportunidad de mostrarte quien manda... ¡Pero eres una tonta irremediable!. Una notificación llegó a su celular y una sonrisa satisfecha se deslizó en su rostro al ver que su madre se había movido rápido y ya le había depositado el dinero. - Cuando me convierta en la señora Lefebvre te lo devolveré con creces mamá.- Besó el celular y tomando su maleta, abandonó el hotel de prisa. Debía volver sin demora. Tenía que estar de vuelta para recibir a su hermanita y hacerle la vida imposible.








