Kalet lanzó el documento en sus manos con fuerza contra el escritorio, cómo si este fuera el culpable de todas sus desgracias…. Como si de esa forma pudiera disipar toda la rabia y el dolor que lo consumían.
Dos toques perentorios en la puerta lo sacaron de su momento de crisis y frotando su rostro con las palmas de sus manos, inspiró hondo, tratando de recobrar la compostura y no desquitarse con el pobre prójimo al otro lado.
- Adelante.- Su voz neutra y sin emoción hizo eco en el lugar.
El pomo de la puerta giró y esta se abrió despacio, revelando a una nerviosa y asustada Paulette.- Lo siento señor, pero…
-¡Apártate cuatro ojos!.- Una hermosa rubia ingresó al lugar, apartando de un golpe grosero a la otra.
Kalet se puso en pie de un salto, apretando su mandíbula hasta casi romperla al ver el descaro de aquella mujer.
- ¿Qué demonios haces aquí?.- Su voz fue un siseo bajo, que le puso los vellos de punta a la mujer, quién se paró en seco.
-¿Mi amor?.- Preguntó con voz lastimera, hac