Siento como alguien toca mis labios y ese leve toque hace que me despierte. Comienzo a abrir los ojos poco a poco y me encuentro con el rostro de Franco.

—Buenos días, hermosa —me dice dedicándome una sonrisa.

—Buenos días, mi chico de boca experta. Pero tengo una pregunta para ti.

—¿Cuál es?

—No sé si seas capaz de contestar.

—Te contestaré con la verdad.

—Ok. ¿Hace cuánto tiempo no estabas con una mujer?

Veo que él borra su sonrisa de su rostro, aparta su mano de mi cara y baja la cara avergonzado.

—Fui tan obvio.

—Podría ser.

—Bueno. Dije que te diría la verdad. Y la verdad es que no he estado con una mujer por más de un año.

—¿Por qué? ¿No te gustan las mujeres?

—Claro que me encantan las mujeres, pero verás, al ser el hombre de confianza del señor Meyer, no me da mucho tiempo libre, a pesar de que soy muy delicado con las chicas que decido.

—Mmm, eso quiere decir que estoy entre tus gustos.

—Tú superas mis gustos.

En eso él me besa en los labios y yo correspondo a su beso; él se