Raina sonrió, pero Enzo casi se pone a llorar.

Salió de la habitación del hospital y empezó a quejarse.

—Señor Franco, no puedes confiar en esta mujer. Liam nunca ha sufrido, ¿cómo podría quedarse adentro? Además... Tiene demasiados planes, no acepta el dinero ni el carro que le damos, como si fuera una niña rica de nacimiento. Hasta sueña con ser tu asistente. Señor, no puede dejarla entrar. Ella es la esposa de Iván, puede ser...

De repente, no pudo seguir.

Hablando del rey de Roma. Ahí estaba Iván, con la camisa entreabierta, transmitiendo un aire relajado.

Se encontraron frente a frente con Jayden, uno arrogante y el otro distante, como si el clima cálido de la selva chocara con las tormentas del norte.

—Señor Franco, qué casualidad —dijo Iván con una sonrisa.

Jayden asintió.

—Señor Herrera.

—¿Vas a ver a alguien? —preguntó Iván, con una mirada burlona.

—Ya lo vi —respondió Jayden, sin emoción en su cara.

Iván sonrió más.

—Señor Franco, siempre tan buen mozo, me sorprende que te i