Capítulo 63 Solo hay una respuesta.
Su voz sonaba tranquila, pero su actitud era dominante.
Ese hombre había recibido un golpe esa noche, y no solo porque ella hubiera hablado bien de Román, sino desde el instante en que lo vio.
—¡Está bien! —Aceptó Raina sin pensarlo.
En ese momento, todo era pura acción y reacción; entre más lo rechazara, más insistiría él, así que decidió seguirle la corriente.
Al terminar de hablar, Raina alzó un dedo y lo empujó suavemente. Pero ni siquiera había logrado acomodarse bien cuando él se acercó de nuevo, apoyándose en su hombro, le dijo con un tono serio:
—No hables.
Iván cerró los ojos, y Raina pensó que solo quería descansar, pero conforme el peso en su hombro aumentaba, se dio cuenta de que de verdad se había quedado dormido.
¿Realmente necesitaba siempre apoyarse en el hombro de alguien para poder dormir? ¿Será que no se sentía seguro?
El peso sobre su hombro no era cómodo, pero Raina no se movió. Lo miró de reojo: su nariz recta, las pestañas tupidas, sus pómulos casi parecían falso