Capítulo 50 Tenía miedo de que alguien te llevara.
Cuando Raina bajó al día siguiente, solo vio a la empleada doméstica; de Iván no había rastro.
Tampoco había regresado la noche anterior, y ella no sabía a dónde se había ido. Tal vez a acompañar a Celia.
Después de una noche entera de pensarlo, Raina lo tenía más claro. Lo que pasó con Celia no era su culpa, y quien dijera lo contrario, lo enfrentaría de frente.
Ella tampoco había hecho nada malo, no tenía por qué sentirse culpable.
—¡Buenos días, señora! —La saludó con respeto la empleada.
Raina asintió.
—Buenos días.
Y enseguida, casi sin pensarlo, preguntó:
—¿Dónde está Iván?
Ese lugar le resultaba extraño, y aunque no quisiera estar cerca de él, la presencia de Iván le daba cierta seguridad.
Tal vez se debía a la falta de padres desde su niñez; Raina había crecido con una profunda inseguridad. Siempre que alguien le daba cariño, ella lo devolvía con todo el corazón, aunque la vida le enseñó que la verdadera seguridad debía venir de ella misma, porque lo que otros daban podía perde