Kian miró a Annika extrañado, de repente su humor había cambiado y se había mantenido en un silencio inusual que empezaba a molestarle. Desde que la conocía siempre tenía que decir y opinar. Ahora parecía distante, aunque trataba de sonreírle con los dientes de atrás. No entendía qué había sucedido, si hacía poco estaba risueña, hablando sin parar y devolviéndole unos besos tan deliciosos que lo tenían con la mente en blanco.
Entraron a la casa en completo silencio, dejando las maletas a un lado y recorriendo la propiedad, solo que mientras él hablaba ella se mantenía en completo silencio, como si no le estuviera prestando atención a sus palabras. La guio hasta el gran ventanal del salón social, desde donde tenía una preciosa vista de la playa privada y el mar se extendía ante sus ojos con gran majestuosidad, pero de nuevo no recibió ninguna respuesta o al menos alguna palabra que le dijera que le gustaba el lugar o, de ser lo contrario, le desagradaba.
Annika se perdió en sus pensam