Los rayos de luz me empezaron a molestar, quería dormir un poco más. Al abrir mis ojos, vi un cuerpo a mi lado, empecé a levantar un poco más la mirada y lo encontré allí, acostado de un lado, sosteniendo su peso con el brazo y estaba sonriéndome.
Ésta ha de ser una de las maravillas del mundo, porque estoy presente ante la sonrisa más hermosa, y mi cuerpo se estremece ante su cercanía.-Buenos días, gatita. – saluda, con esa voz ronca, de recién levantado.-Hola. – es lo único que sale de mí.-¿Cómo amaneciste? – dice sonriente, y estoy segura que es porque mi rostro esta roja de la vergüenza que siento en estos momentos.-¿Sucedió? – pregunto, mientras me cubría totalmente con las sabanas.-Si. – susurra, y de un momento a otro siento su peso sobre mí. – Oficialmente ere