Aterrizamos en la gran ciudad de New York, por fin en casa. Ya estamos listos la noche asecha la ciudad y el fresco tambien.
Bajamos de manera imponente como siempre por los escalones del jet, y nos disponemos a subir a nuestros respectivos vehículos.Paulo en su auto particular, sin embargo, yo soy recibido por mis hombres de seguridad y una camioneta blindada.- Bienvenido señor. – saluda Luis, entallado en su traje negro a la medida.- Gracias. ¿Alguna novedad?- Ninguna, señor. – responde serio, cerrando la puerta de la camioneta para abrir la suya y poner en marcha la misma.Recorremos la transitada ciudad iluminada por los faros y letreros neón de los comercios o restaurantes, hasta que en la lejanía se ve las luces parpadeantes del salón donde se realiza el evento de mi empresa.Mientras más nos acercamos, más vehículos de lujo observamos, caros estacionad