Mundo ficciónIniciar sesiónLa mañana amaneció clara, con un sol que entraba generoso por la ventana de la cocina. El olor del café recién hecho llenaba el aire, mezclado con el de las tostadas doradas. Aria se sentó frente a Rowan con una sonrisa ligera; todavía sentía en la piel el eco de la ovación de la noche anterior, la emoción de volver a cantar después de meses.
Rowan parecía más vivo que nunca. Tenía el cabello húmedo, revuelto, y la camisa mal abotonada, como si ni siquiera hubiera tenido paciencia para arreglarse del todo. Se notaba ansioso, vibrante, con esa energía que lo hacía parecer el dueño absoluto de todo cuanto lo rodeaba.
—¿Sabes qué es lo mejor? —dijo, tomando la mano de Aria sobre la mesa—. Que ya no es solo un plan. En ocho meses habrá boda. Ocho meses, Aria. Ya no hay marcha atrás.
Ella lo miró,







