La figura de Rowan se adentró unos pasos dentro de la sala de estar para encontrarse con la escena menos pensada. Los tres jóvenes se encontraban fríos, sentados en el sofá principal, mientras que las chicas que estaban de pie se frizaron también. Aria dio unos pasos hacia su prometido sintiendo la tensión del momento.

Aria aún tenía en los labios el eco de la conversación alegre con Martina y Sophie, las risas que parecían un pequeño paréntesis entre tantas heridas recientes. No imaginaba que en segundos todo se quebraría.

Rowan estaba allí inerte sosteniendo un ramo de flores blancas —lirios y rosas, las mismas que solía regalarle en cada aniversario, sus favoritas—, pero no traía la calma de otros tiempos. Su expresión era una mezcla de sorpresa, rabia y una tristeza que se disimulaba mal.

Sus ojos se detuvieron primero en Aria&he