—Estaba súper preocupada, cariño. Creía que no solo había sido traicionada, sino que además este maldito incluso la había maltratado…Después de llegar a casa de Catarina, Aitana le informó todo lo que había pasado y ella por fin dejó de llorar.—Bueno, la situación es mejor de lo que pensaba, ¡pero no mucho! Cuando fuiste atacada por un pervertido, ¡este estaba acompañando a su amante! ¡Merece que lo tiren a los cocodrilos! —exclamó Catarina enfadada.—Rocío es su novia.—¡Esa vieja es una porquería! Si ella es la novia de Enzo, ¿qué significas tú para él?La luz de la lámpara era cálida, pero iluminó la ligera melancolía reflejada en la cara de Aitana.—También me interesa saberlo… ¿Qué significo para él? Tal vez solo una mascota que a él no le importa —murmuró ella.Cuando él la necesitaba, ella podría aparecer; cuando quería abandonarla, lo haría sin tomarse la más mínima molestia de avisarle…—Bueno, olvídalo. Considera que todo lo que dedicaste en él fue en vano. Hay muchos hombr
Enzo le dirigió una significativa mirada, y vio los ojos rojos de la joven. Su enojo se atenuó un poco.—No es tu culpa. No estás familiarizada con la situación. Es normal —la consoló.—Enzo…Rocío se lanzó hacia él. Apoyada en el firme pecho de Enzo, lloró desconsolada. Sin saber la razón, esta acción le causó pequeñas molestias a Enzo. Si Aitana hubiera estado en la reunión, nunca habría cometido estos errores tan estúpidos. Incluso si lo hiciera, solo admitiría sus fallas y buscaría una manera de solucionar el problema.Al regresar a la oficina, Enzo hizo de inmediato una llamada a los socios en persona sin comer nada. Después de varias horas de negociaciones, la otra parte por fin aceptó darles otra oportunidad. La nueva reunión sería en unos días.Con el problema resuelto, Enzo se relajó un poco. Salió de la oficina y descubrió que Rocío aún estaba en su asiento.—Enzo… ¿Cómo va la situación? —le preguntó.—No te preocupes. El problema ya está resuelto.—¿En serio? Enzo, ¡eres inc
Aitana tomó un taxi para ir al edificio de Pioneras. En el camino, recibió una llamada de Catarina y le informó de lo ocurrido. No obstante, al enterarse de lo que iba a hacer, Catarina insistió en venir a acompañarla, diciendo que las buenas amigas deberían enfrentar juntas las grandes dificultades y que quería condenar al despreciable en persona. Como no pudo disuadirla de hacerlo, Aitana no insistió más.Una hora después, un auto se detuvo frente al edificio. Bajo el sol, la imponente torre reflejaba un destello deslumbrante. Aitana no pudo evitar en ese instante entrecerrar los ojos.Al principio, la sede de Pioneras no estuvo aquí. Hacía cinco años, el día en que se inauguró este nuevo edificio, Enzo estaba muy alegre y tomó bastante alcohol. Estaba borracho y se quedó dormido en la oficina del presidente, mientras ella estaba a su lado acompañándolo todo el tiempo.Por la noche, ella se paró frente a la ventana panorámica contemplando el deslumbrante paisaje nocturno. De repente
Aitana escuchó cómo su corazón se rompía en mil pedazos. Catarina casi enloqueció de furia y lo interrogó:—Entonces, ¿por qué te tragaste todas esas basuras? ¿Por qué no se lo dijiste a todos antes? Enzo también se enfureció, desprendiendo un aura aterradora:—¡Basta! Escucha, Catarina. Ahora estás en mi oficina. ¡Deja de armar más líos!En el pasado, Catarina también le temía, pero ahora estaba tan furiosa que era imposible que se echara para atrás. Se arremangó y apartó a Andrés de un empujón, intentando golpear a Enzo.Enzo llamó enseguida a seguridad. Poco después, los guardaespaldas de Enzo sujetaron con brusquedad a Catarina para llevarla fuera. Aitana se interpuso, protegiéndola:—¡Suéltenla!Miró hacia Enzo y habló firmemente:—Si te atreves a lastimar a Catarina, ¡haré todo lo posible para luchar contra ti! He sido tu asistenta personal durante tantos años y sé todo sobre lo que sucede a tu alrededor. No querrás que mañana aparezcan noticias negativas sobre tu empresa, ¿verd
Después del accidente, Aitana se sentía mucho mejor.—Aitana, ¿cómo estás? —le preguntó Catarina con cierta preocupación.—Me siento mucho mejor al llorar. Además, ¡chocaste con un Bentley! Mi tristeza ya no importaba tanto en comparación, ¿vale?—¡Me lo hubieras dicho antes! Si sabía que así te animabas, ¡le hubiera partido su coche a ese cabrón de Enzo! —dijo Catarina con tono exagerado.Aitana no pudo evitar reírse por las palabras divertidas y ocurrentes de Catarina y le dio un gran abrazo.—Catarina, eres tan buena.—Cariño, aunque estás buenísima, yo prefiero a los jovencitos fuertes y musculosos, ¿eh?—Claro. Cuando me convierta en una adinerada, pediré a diez modelos jóvenes para que te diviertas.—Uyuyuy… con dos me basta, no soy tan energética como piensas.Charlando y riendo, llegaron entusiastas al departamento de Catarina. Aitana finalmente logró dejar atrás las molestias causadas por Enzo.Por la noche, cenaron alegres en casa. Catarina se encargó de preparar los ingredie
Mientras hablaba, le entregó un contrato que ya tenía listo.—Chequéalo con cuidado, y si todo está bien, fírmalo.Aitana tomó el contrato. Se sentó en el sofá a un lado y empezó a leerlo con atención. Mientras ella leía concentrada el contrato, Sergio la observaba.Ella tenía el cabello castaño y ondulado, piel clara y rasgos delicados. Aunque se sentó allí de manera relajada, se veía elegante. Su cuello delicado y su cintura delgada resaltaban su figura atractiva. Un rato después decidió desviar la mirada…El contrato no tenía problema alguno. De hecho, el sueldo era incluso mejor que el que le ofrecía Enzo, así que Aitana lo firmó sin dudarlo dos veces.—Bienvenida —le dijo Sergio con una sonrisa despreocupada pero relajada.Aitana se levantó del sofá:—Entonces, gracias por tu tiempo de hoy. Mañana llegaré puntual.Dicho esto, estaba dispuesta a marcharse, pero se detuvo al llegar a la puerta. Sergio estaba a punto de encender un cigarrillo. Al verla regresar, sostuvo el cigarrillo
—¿Aitana?Yael Riviera se ajustó sus lentes de montura dorada, pensando que si se había equivocado de persona. Justo cuando estaba a punto de acercarse para confirmarlo, su celular sonó. Al contestar, escuchó la voz de Javier:—Yael, ¿dónde estás? ¡Te estamos esperando hace rato!—Estaré allí en unos minutos —le respondió Yael mientras se dirigía hacia el lujoso palco privado en el segundo piso.Todos sus amigos estaban allí: Javier, Enzo, y la hermana de Enzo, Mónica Castro. Al lado de Enzo, había una joven menuda desconocida.Al entrar en el palco, Yael arrojó despreocupado su saco de traje sobre el sofá y le preguntó a Enzo:—¿Por qué Aitana no está aquí?Al instante, un silencio incómodo se apoderó del lugar. Enzo le explicó:—Renunció. Ya no tiene nada que ver con Pioneras.—¿Terminaron? —se sorprendió Yael.—Ella nunca ha sido mi novia —la cara de Enzo se ensombreció, y luego le presentó a la joven a su lado—. Rocío Fernández, mi novia.Rocío lo saludó con amabilidad:—Encantada.
Todos se sorprendieron por la acción de Sergio. Enzo se rio de enojo, volteó hacia Aitana y le preguntó con cierto sarcasmo:—Me has dado una gran sorpresa, ¿eh? En tan pocos días, ¿ya tienes conexión con mi rival? Ah…—¿¡Qué tiene que ver eso contigo!? —exclamó furiosa Aitana.Por la ira, Aitana intentó liberarse de su maldito agarre. Por la fuerza con la que lo hizo, tambaleó un poco y retrocedió varios pasos. Antes de que cayera, una mano la sostuvo con suavidad por la cintura desde atrás.Al levantar la cabeza, Aitana vio la mirada profunda y algo traviesa de Sergio, lo que la dejó aturdida por un momento. Cuando volvió en sí, se colocó de inmediato a su lado, enfrentándose con Enzo con mucha más confianza que antes. Su acción complació a Sergio de alguna manera y el hombre esbozó una leve sonrisa.Sin embargo, esa escena era insoportable para Enzo. Justo cuando iba a hablar algo, Davis lo detuvo en seco:—Enzo, Aitana ya renunció de Pioneras. Si sigues aferrándote a una exempleada