Capítulo 28
Justo cuando Aitana iba a salir de la oficina, Sergio regresó. Llevaba un traje negro hecho a medida, sin corbata, y el pantalón del mismo color resaltaba perfectamente sus largas piernas, dándole un aire elegante pero muy distante.

—Jefe —Aitana le sonrió—, allí está tu desayuno.

Sergio se acercó al escritorio y vio la sopa de mariscos. Parecía estar descontento y se quejó en un tono raro:

—Usaste una caja muy bonita, ¿no? Pero se parece mucho a la del restaurante de abajo. Qué coincidencia, ¡hasta el logo en la bolsa es igual!

Aitana intentó explicarle:

—Te preparé la sopa, pero hubo un accidente y se derramó toda. Así que lamentablemente tuve que comprar una. Mañana te la prepararé de nuevo.

—¿Y cómo estás?

—¿Qué?

Aitana no reaccionó al instante y luego entendió que él estaba preocupado por ella.

—Estoy bien. El auto solo pasó rozándome. No me tocó, pero mi termo salió volando...

Era nuevo… Qué lástima…

Sergio la observó por unos minutos, luego se dio la vuelta y le ordenó:

—Ven con
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