Mónica cerró de golpe la puerta del auto, y el Maybach se fue rápidamente. Rocío se quedó parada en la acera del frente, sin moverse por un buen rato.Javier y Yael presenciaron toda la patética escena. Javier sintió un poco de lástima por Rocío:—Mónica fue un poco dura con Rocío. Se ve tan sola… Voy a llevarla a casa.Yael lo detuvo enseguida:—No te involucres en eso.—¿Por qué? Yael, soy un caballero considerado, ¿no crees?Yael entrecerró los ojos y le dijo:—Rocío no es una mujer tan simple como parece. No necesita tu ayuda.—¿Cómo lo sabes?—Soy bueno leyendo a la gente. Por ejemplo, supe desde hace años que tú eras un verdadero imbécil. Y acerté, ¿verdad?Javier se quedó sin palabras… ¡¡Él era inocente!!***Mónica llevó a Enzo a su villa. Hizo que la sirvienta lo cuidara con esmero y luego se fue.Enzo se tumbó en la cama, mirando la casa vacía y silenciosa. Una sensación de vacío y pérdida total lo invadió. Con el efecto de alcohol, sacó a toda prisa su celular y marcó un núm
Al día siguiente, Aitana se levantó temprano. Tenía muchos ingredientes en su refrigerador, con los cuales preparó una sopa de mariscos. La puso en una lonchera térmica con cuidado y luego se fue a trabajar.Cuando llegó a la zona y estaba a punto de cruzar la calle, un auto salió con brusquedad y pasó a toda velocidad junto a ella.Ella se asustó y retrocedió instintivamente. Logró evitar el auto, pero la bolsa golpeó el auto y la sopa se derramó. El auto de golpe se detuvo y el chofer bajó la ventana para arrojar un fajo de billetes al suelo, mientras le decía a Aitana:—Tenemos mucha prisa. Toma el dinero y considéralo como la compensación de nuestro señor.Aitana se le acercó, recogió el dinero y luego caminó hacia el auto. Justo cuando el chofer estaba a punto de arrancar el auto, ella le arrojó el dinero en la cara.—Tomé una foto de la matrícula. Aquí también hay cámaras de seguridad. Tienen mucha suerte porque estoy bien. Si estuviera herida, nos veríamos en los tribunales —le
Justo cuando Aitana iba a salir de la oficina, Sergio regresó. Llevaba un traje negro hecho a medida, sin corbata, y el pantalón del mismo color resaltaba perfectamente sus largas piernas, dándole un aire elegante pero muy distante.—Jefe —Aitana le sonrió—, allí está tu desayuno.Sergio se acercó al escritorio y vio la sopa de mariscos. Parecía estar descontento y se quejó en un tono raro:—Usaste una caja muy bonita, ¿no? Pero se parece mucho a la del restaurante de abajo. Qué coincidencia, ¡hasta el logo en la bolsa es igual!Aitana intentó explicarle:—Te preparé la sopa, pero hubo un accidente y se derramó toda. Así que lamentablemente tuve que comprar una. Mañana te la prepararé de nuevo.—¿Y cómo estás?—¿Qué?Aitana no reaccionó al instante y luego entendió que él estaba preocupado por ella.—Estoy bien. El auto solo pasó rozándome. No me tocó, pero mi termo salió volando...Era nuevo… Qué lástima…Sergio la observó por unos minutos, luego se dio la vuelta y le ordenó:—Ven con
Aitana casi se murió de la vergüenza… Cuando se alejaron, no pudo evitar preguntarle a Sergio en un tono de voz baja:—¿Por qué no lo negaste…?—Esa muchacha tiene una idea muy bonita del amor. ¿Cómo podría romper sus ilusiones?—Mejor no bromees con eso en el futuro…Después de escuchar estas palabras, la sonrisa de Sergio se fue desapareciendo poco a poco. Y luego le respondió:—De acuerdo.Como Aitana no lo miró, no se dio cuenta de que él estaba algo desanimado.Ellos entraron en la oficina del doctor y, después de los exámenes, confirmaron que ella no estaba herida. Luego también fueron a otros departamentos y, como Aitana decía, que estaba perfecta.Cuando salió de la sala de exámenes, Sergio estaba revisando los informes médicos con suma atención. Su flequillo caía sobre su frente, dándole un aire melancólico. Su rostro impecable llamó la atención de mucha gente.Aitana se le acercó y le dijo:—¿Lo ves? Ya te dije que estoy bien.—Sí. Estás muy sana y tendrás una vida muy larga
Aitana le respondió sin dudarlo demasiado:—¡Claro que te apoyaría a ti!Sergio sonrió satisfecho:—¿En serio? Te vi tan distraída en el auto y creía que estabas preocupada por Enzo.—No, él ya no me importa en lo absoluto. Solo me distraje por algo del pasado.Ella volteó hacia la ventana, mirando hacia afuera.En realidad, cuando Enzo le pidió que ella se disculpara con Rocío, la escena le hizo recordar una cosa que había ocurrido hacía algunos años. En una cena comercial, un cliente la acosó, insistiendo una y otra vez en que ella bebiera con él. Como ella se negó a hacerlo, este tipo se enfureció demasiado y le echó toda la copa de vino tinto en la cabeza, maldiciéndola que no sabía valorar su admiración. Enzo también estaba allí presente, pero él pidió que ella se disculpara con el cliente… Conteniéndose las lágrimas, ella se vio obligada a disculparse con ese miserable pervertido.En el camino de regreso a casa, ella se quejó de eso con Enzo, pero a este no le importaba para nada
Cuando Aitana Montes se sentó en el banco de espera del hospital, todo su cuerpo aún temblaba por el miedo, porque se había encontrado con un pervertido.Ese día, había hecho horas extras hasta tarde. Llena de cansancio, llegó a su departamento alquilado y estaba a punto de abrir la puerta con la llave, ¡cuando de golpe un tipo le tapó la boca y la nariz desde detrás! Se debatió desesperada, pero fue arrastrada a la salida de incendios. —Hueles muy bien, lindura.Esa voz masculina de tono tan repugnante le puso toda la piel de gallina. Por el impulso de terror, agarró al cabrón y ambos se lanzaron por las escaleras.Le sonrió la suerte a ella, porque solo le quedaron ciertos raspones, mientras el acosador se golpeó la cabeza. Cuando el tipo quedó inmóvil en el suelo, aprovechando la oportunidad, pudo escapar del lugar.Después de hacer su respectiva declaración en la comisaría, fue al hospital sola. En el camino, revisó su celular con frecuencia, pero, aparte del mensaje que había env
Aitana no regresó a casa, se fue a un hotel cercano.Antes de dormir, tomó un baño largo. Limpió todo su cuerpo con fuerza, hasta que se puso rojo.Bajo la luz cálida de la lámpara de noche, se acurrucó en la cama, con la manta envolviendo todo su ser. La ansiedad se disipó poco a poco y finalmente se quedó dormida.Sin embargo, no fue un sueño reparador porque las constantes pesadillas no paraban de molestarla. Una de ellas le recordaba cómo Enzo la protegía en el bachillerato: el joven se puso frente a ella y les dijo a esos malditos:—Ella está bajo mi protección. Nadie podrá intimidarla más.Y en la otra pesadilla, ella se encontraba de nuevo en el pasillo oscuro, en el cual el acosador le tapó la boca y la nariz, murmurando con una voz repugnante que ella olía muy bien…Al final, la cara delicada de Rocío llenó toda su mente. Aún podía recordar cómo ella se acurrucó en el abrazo de Enzo, agarrando con fuerza la camisa del hombre. La joven le dirigió una mirada burlona, como si est
Aitana se fue del edificio. En realidad, nunca había faltado al trabajo sin razón alguna. Todavía era muy temprano, pero ella no tenía ningún lugar donde quedarse. Al final, fue a una cafetería que frecuentaba. A ella le gustaba esta cafetería porque usaba los granos de café de Brasil que tenían un aroma especial e intenso.Al verla, el dueño de la cafetería la reconoció y le preparó en persona una taza de café con leche.—¿Tu novio no viene contigo hoy? —le preguntó a Aitana.¿El novio? ¿Se refirió a Enzo? Ella solía venir aquí con él, pero…—No vendrá más —le respondió Aitana con una sonrisa cortés.—¿Qué pasó? ¿Rompieron? —preguntó de más el hombre.—Es que murió.Hubo un breve silencio incómodo y luego el tipo se fue algo avergonzado. Aitana removió lentamente el café con la cucharita, sin decir nada más. Justo cuando iba a dar un sorbo, su celular sonó.—Cariño, ¿por qué no recibiste mis llamadas?Fue una llamada de Catarina Ruiz, la única amiga sincera que Aitana tenía en esta c