Capítulo 5
Enzo le dirigió una significativa mirada, y vio los ojos rojos de la joven. Su enojo se atenuó un poco.

—No es tu culpa. No estás familiarizada con la situación. Es normal —la consoló.

—Enzo…

Rocío se lanzó hacia él. Apoyada en el firme pecho de Enzo, lloró desconsolada. Sin saber la razón, esta acción le causó pequeñas molestias a Enzo. Si Aitana hubiera estado en la reunión, nunca habría cometido estos errores tan estúpidos. Incluso si lo hiciera, solo admitiría sus fallas y buscaría una manera de solucionar el problema.

Al regresar a la oficina, Enzo hizo de inmediato una llamada a los socios en persona sin comer nada. Después de varias horas de negociaciones, la otra parte por fin aceptó darles otra oportunidad. La nueva reunión sería en unos días.

Con el problema resuelto, Enzo se relajó un poco. Salió de la oficina y descubrió que Rocío aún estaba en su asiento.

—Enzo… ¿Cómo va la situación? —le preguntó.

—No te preocupes. El problema ya está resuelto.

—¿En serio? Enzo, ¡eres increíble! —exclamó la joven con alegría en los ojos.

Enzo se sintió mucho mejor porque a él le encantaba esa mirada de admiración. Era un elogio del nivel más alto de las mujeres para los hombres. Sin embargo, nunca lo había recibido desde Aitana.

Aitana siempre actuaba con calma. Cuando enfrentaba los problemas, nunca intentaría resolverlos por las lágrimas incluso si la situación fuera poca positiva. A su vez, se esforzaría con rapidez por encontrar la solución al problema junto con él. Era una mujer que tenía demasiada calma, pero no era tan divertida como lo era Rocío.

—Ya es tarde. Regresa a casa —le dijo Enzo, tomándola de las manos.

Rocío estaba muy alegre y los dos salieron entusiasmados del edificio juntos. Ella creía que Enzo la llevaría de vuelta a su villa, pero él solo pidió que su chofer la acompañara a su propia casa.

Enzo fue a conducir su propio auto y regresó a la villa. Después de tomarse una ducha, se acostó, pero se despertó por un agudo dolor en el estómago en medio de la medianoche.

Tenía problemas estomacales. Como no había cenado este día, junto con la falta de descanso en estos días, el fuerte dolor le impidió seguir durmiendo. Presionó con dificultad el botón para llamar a la criada, María y, minutos después, María entró en su dormitorio muy preocupada:

—Señor, ¿cómo está? ¿Le duele el estómago de nuevo? ¡Debe tomar la medicina ahora mismo!

Dicho esto, abrió el tercer cajón de la mesita de noche y sacó enseguida una caja de medicamento para el estómago.

—La señorita Montes me lo recordó con anticipación. Dijo que usted estaría ocupado estos días y que yo debería tener su medicamento habitual bien preparado —murmuró María mientras le entregaba apresurada las pastillas.

Enzo las tomó con el agua tibia, pero guardó silencio pensando por largo rato.

—Mañana le prepararé las comidas más suaves. La señorita Montes sabe cómo cocinar un caldo que es bueno para el estómago. Le pediré la receta…

Mientras hablaba y hablaba como cotorra, María sacó su celular, lista para llamar a Aitana. Era tarde en la noche y quizás Aitana ya estaba dormida. Pero, Aitana le había dicho que siempre estaría en línea para cualquier cosa relacionada con Enzo, así que ella marcó el número sin dudarlo dos veces. Poco después, se conectó la llamada.

—Señorita, ¿podría darme la receta del caldo que es buena para el estómago?

Aitana fue despertada por el timbre. Medio dormida, empezó a darle la receta:

—El pollo, la cebolla, el ajo…

De repente, se dio cuenta de lo que estaba haciendo… Colgó la llamada con rapidez y, al instante, el sueño la desvaneció.

¿A Enzo le dolía el estómago…?

—¿Por qué colgó la llamada tan apresurada? —murmuró María, confundida.

Al levantar la cabeza, vio la mirada intensa de Enzo. Él le preguntó:

—¿Qué dijo ella?

—Me dijo los ingredientes del caldo, pero colgó de repente… Señor, voy a preparar de inmediato el caldo, así que podría tomarlo cuando despierte por la mañana.

—De acuerdo —le respondió Enzo, distraído, pero la mayoría de sus molestias se disiparon enseguida. Evidentemente, Aitana aún se preocupaba por él.

En el pasado, ellos también habían discutido. Pero, Aitana siempre intentaría reconciliarse en menos de dos días. Su manera para disculparse con él, era enviándole un mensaje, diciéndole cosas no importantes como:

[Te preparé la sopa de mariscos.]

[Hay un nuevo restaurante.]

[Vi un gatito muy lindo.]

[Hoy hace buen tiempo.]

Para Enzo, la situación de esta vez sería igual. Ella regresaría a su lado como antes.

***

Al día siguiente, ya no llovía. Hacía buen tiempo, y el sol se colaba a prisa por las cortinas, llenando la habitación de calidez.

Catarina se había ido a trabajar muy temprano. Antes de marcharse, le dio un spray de defensa. Aitana esbozó una amarga sonrisa:

—No creo que tenga esa mala suerte para encontrarme con otro pervertido, ¿verdad…?

Con el pan en la boca, Catarina le respondió con seriedad:

—Es para protegerte de Enzo Castro, que ese maldito es más aterrador que cualquier pervertido posible, ¿de acuerdo?

¿Enzo? Aitana no creía que este se tomaría la molestia de buscarla.

Después del desayuno, Aitana registró la salida del apartamento que había alquilado. Ya no se atrevía a vivir sola allí debido a lo ocurrido antes. Recogió todas sus pertenencias y decidió mudarse a vivir con Catarina por unos días.

Cuando todo estaba en orden, ya había llegado la tarde. Se tumbó en la cama, sintiéndose algo desorientada, navegando por su celular. En realidad, Enzo le había ofrecido un salario muy bueno y sus ahorros le permitirían unas largas vacaciones. Sin embargo, no tenía ganas de descansar por ahora, más bien, quería encontrar un nuevo trabajo. Así que aplicó apresurada varias solicitudes de empleo en línea.

Como tenía un impresionante currículum, pronto recibió muchas invitaciones de entrevistas. Justo cuando tuvo el tiempo justo y estaba a punto de cerrar la página web, notó algo muy vergonzoso: ¡había enviado su currículum al Grupo Inversiones Morales!

—¡Ah… Dios…! —exclamó.

Se levantó de golpe, boquiabierta.

Inversiones Horizonte era un competidor directo de Pioneras… Y su presidente, Sergio Morales, era el rival principal de Enzo…

Desde que Enzo tomó las riendas de la empresa, rara vez había enfrentado contratiempos. Las pocas derrotas que había sufrido fueron todas a manos de Sergio… Por eso, ella tampoco tenía una buena impresión de este hombre ni menos de su empresa. Una vez, en una entrevista con periodistas, como la representante de Pioneras, criticó sutilmente a Inversiones Horizonte frente al público. Sin embargo, hoy les había enviado su currículum… Qué tremenda vergüenza…

Ahora ya no podía retirar la solicitud, solo podía esperar que el departamento de recursos humanos del grupo la omitiera…

***

No obstante, al día siguiente, se dio cuenta de que, aparte del Grupo Inversión Morales, que aún no había recibido su respuesta, todas las entrevistas que había programado fueron de inmediato canceladas. Curiosa, le preguntó a una de estas empresas con cortesía y un personal amable le explicó:

—Señorita, nos informaron que aún eres empleada de Pioneras según el contrato. Si es así, no podemos contratarla, ¿verdad?

—Muchas gracias, ya lo entiendo —le agradeció Aitana y luego colgó la llamada.

¿Qué demonios pretendía Enzo? Después de considerarlo, decidió llamar a Andrés primero.

—¿Señorita Montes? ¿Cuándo regresará a trabajar? —Andrés se sorprendió muchísimo.

—Ya presenté mi carta de renuncia. ¿Por qué dijeron que aún soy una empleada de la empresa?

Al escucharlo, Andrés guardó silencio y varios segundos después, se oyó una voz indiferente desde el otro lado de la línea:

—¿Te crees la jefa del grupo? ¿No es así? ¿Crees que te puedes ir con solo una carta de renuncia? Si de verdad quieres renunciar, ¡ven a la oficina en persona y completa los trámites!

Fue la voz de Enzo, quien sabía perfectamente su punto débil…

Aitana por dudó un momento, y les respondió:

—Estaré allí en una hora.
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