Capítulo 8
Después del accidente, Aitana se sentía mucho mejor.

—Aitana, ¿cómo estás? —le preguntó Catarina con cierta preocupación.

—Me siento mucho mejor al llorar. Además, ¡chocaste con un Bentley! Mi tristeza ya no importaba tanto en comparación, ¿vale?

—¡Me lo hubieras dicho antes! Si sabía que así te animabas, ¡le hubiera partido su coche a ese cabrón de Enzo! —dijo Catarina con tono exagerado.

Aitana no pudo evitar reírse por las palabras divertidas y ocurrentes de Catarina y le dio un gran abrazo.

—Catarina, eres tan buena.

—Cariño, aunque estás buenísima, yo prefiero a los jovencitos fuertes y musculosos, ¿eh?

—Claro. Cuando me convierta en una adinerada, pediré a diez modelos jóvenes para que te diviertas.

—Uyuyuy… con dos me basta, no soy tan energética como piensas.

Charlando y riendo, llegaron entusiastas al departamento de Catarina. Aitana finalmente logró dejar atrás las molestias causadas por Enzo.

Por la noche, cenaron alegres en casa. Catarina se encargó de preparar los ingredientes y Aitana, de cocinar. Aitana tenía una extraordinaria habilidad en la cocina. Después de todos estos años viviendo como una sirvienta en la familia Castro, se había convertido en una experta de cocina.

Preparó una sopa, los filetes y también las verduras. Las verduras estaban perfectamente organizadas, y la carne también estaba bien cocida y sazonada. Los platillos sabían incluso mejor que los del restaurante. A Catarina le encantaron muchísimo. Mientras comía con entusiasmo, aún se preocupaba por Aitana:

—¿Cuáles son tus planes ahora?

—Quiero trabajar en Inversiones Horizonte.

—¿Es la empresa de la competencia de Pioneras? —se sorprendió Catarina.

—Sí. ¿Qué te parece?

—¡Pues me parece maravilloso! —exclamó Catarina emocionada—: ¡Es un plan perfecto! Enzo te traicionó, ¡y tú debes tratarlo ojo por ojo, diente por diente! Si vas a trabajar con su rival y obtienes grandes éxitos, ¡definitivamente se arrepentirá mucho!

Aitana sonrió:

—No me importa si se arrepiente. Solo quiero comenzar una vida nueva.

—¡Tienes razón! Venga, ¡hay que brindar por el nuevo capítulo de tu vida! —propuso Catarina.

Aitana también sonrió alegre. Levantó su vaso lleno de Cola y lo chocó con el de Catarina.

***

Al día siguiente, después de que Catarina salió al trabajo, Aitana se arregló un poco y se dirigió el edificio de Inversiones Horizonte.

Al principio, pensaba que, por su experiencia como asistenta personal de Enzo, el director de Recursos Humanos la entrevistaría. Pero, para su sorpresa, la llevaron directo a la oficina del presidente.

La oficina de Sergio ocupaba todo el último piso. Al abrirse las puertas del ascensor, Aitana vio un gran espacio de estilo minimalista. Afuera, había dos secretarias que la recibieron con una sonrisa muy educada.

En ese preciso momento, se abrió la puerta y apareció un hombre con cara familiar.

—¡Es usted! —se sorprendió ella al ver a Samuel.

—Señorita Montes, qué gusto volver a verla. Voy a presentarme formalmente. Soy Samuel Jiménez, asistente personal del señor Morales.

—Encantada de conocerlo.

—El señor la está esperando en la oficina.

Aitana no lo esperaba. Después de todo, según lo que se decía, Sergio era un tipo arrogante e indomable. ¿Por qué una persona como esta la entrevistaría en persona?

—Solicité un puesto del departamento de planificación, ¿y el señor Morales me entrevistará en persona? —le preguntó a Samuel.

—Podría entrar y comunicarle al señor —le respondió respetuoso Samuel.

Con dudas, Aitana abrió la puerta y entró.

La oficina era espaciosa con un estilo minimalista. La mayoría de las cosas eran color blanco y negro, pero transmitían un aura lujosa. Incluso había una terraza exterior con césped, y en el centro, un pequeño avión privado.

Sergio se apoyó tranquilo contra su escritorio enorme de mármol. Con dos botones de su camisa desabrochados, se veía peligrosamente atractivo.

—Señor Morales —Aitana lo saludó con cortesía.

Ella lo había visto antes en algunos eventos formales, pero siempre desde lejos. En esos momentos, solía pensar que este hombre tenía un atractivo rostro y un cuerpo tan refinado. Ahora, de cerca, le resultaban aún más impresionantes.

El hombre le sonrió:

—El director de Recursos Humanos me informó sobre tu solicitud de trabajo. Pensaba que él se había equivocado. No esperaba que realmente fueras tú. ¿Qué pasó? ¿Él te maltrató?

Aitana se sintió algo avergonzada:

—¿Esa pregunta es también parte de la entrevista?

—Si yo digo que sí, así lo es.

—Ya no tengo ninguna relación con Pioneras. No se preocupe por eso.

Sergio fingió estar sorprendido:

—¿La señorita Montes decidió abandonar a su querido señor Castro? ¿El sol de hoy salió por el oeste?

En realidad, casi todos en el círculo sabían sobre la relación entre Aitana y Enzo: en el trabajo, ella era su asistenta personal y, fuera del trabajo, debía ser tal vez su mujer. Además, muchos medios habían exagerado un poco la historia describiéndolos como "una pareja perfecta" o "unión de dos genios", etc., insinuando que ella nunca se casaría con nadie más que Enzo Castro.

Aitana apretó ligeramente los puños y le respondió pausada:

—Señor Morales, si solo quieres echarme vainas, mejor terminamos la entrevista aquí.

Dicho esto, se dio la vuelta y estaba a punto de irse, cuando oyó la voz despreocupada de Sergio desde atrás:

—Señorita, tienes un mal genio, ¿eh? Enzo te abandonó por una mujer a la que conoció hace solo dos meses… ¿Tal vez tu mal genio sea parte de esa razón?

Aitana se volteó con brusquedad:

—¿Me investigaste?

—Acabas de salir de la empresa de mi competidor. La investigación es necesaria, ¿no es así?

Aitana guardó silencio por unos minutos porque Sergio tenía razón…

El hombre se puso de pie y se le acercó a ella. Era muy alto. Aunque Aitana medía casi 1,70 y llevaba zapatos de tacones, tenía que levantar un poco la cabeza para mirarlo.

Mirándola, Sergio habló:

—Has pasado la entrevista. A partir de ahora, eres mi asistenta personal.

Aitana estaba un poco desconcertada por la situación:

—Pero el puesto que solicité no es de asistenta personal…

—Pudiste ser la asistenta personal de Enzo, ¿pero no quieres ser la mía? —le preguntó el hombre con un tono bastante juguetón, dándole a esa pregunta normal un toque especial…

Aitana se vio obligada a retroceder un poco.

—Pero no me has hecho ninguna pregunta de tipo profesional.

—Fuiste la asistenta de Enzo durante cuatro años. Confío en tus valiosas habilidades. Empezarás tu trabajo mañana.

Como la cosa había sido demasiado fácil, Aitana se inquietó un poco:

—¿No te preocupa que sea una espía enviada por Enzo?

Sergio soltó una risa burlona:

—Si me mandó a una belleza como tú, ¿qué quiere? ¿Espiarme o hacerme un favor? Ah….

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