~Pov de Dimitrik~
Llegué a la estación y me ubiqué fuera de mi auto. Le escribí a Judith para avisarle que ya estaba allí. A los pocos minutos, ella salió, visiblemente cansada, masajeándose el cuello. Al verla, levanté la mano y la saludé desde el capó de mi coche. Ella me sonrió y, cruzando rápidamente, extendió sus brazos para abrazarme por los hombros y besarme.
Complacido, la abracé también, respondiendo a su beso con una intensidad que se sentía tan bien como siempre.
Al separarnos, la mantuve abrazada.
—¿Qué tal todo? ¿Cómo te sientes? —pregunté, acariciando su espalda.
—El día fue agotador, y ese par se nos escapó, ¡uf! —se quejó.
Tomé su rostro entre mis manos, mirándola fijamente.
—No te preocupes, van a caer en algún momento.
Ella asintió, regalándome una sonrisa que me tranquilizó.
—Tienes razón —concedió.
Durante el viaje a mi apartamento, ella se acomodó en el asiento y, al poco tiempo, se quedó dormida. Sonreí. Se veía tan tierna e inocente.
Cuando