~Pov del Narrador~
Mientras Mike seguía paralizado, Damien posó una mano en su hombro.
—Gracias, Mike, por apoyar a Alisha y no dejarla sola en esta locura —murmuró con una sonrisa de complicidad.
Mike asintió con la cabeza, aún sin poder pronunciar palabra, y Alisha exclamó con una carcajada: —¡Oye, no es una locura!
Todos se rieron y se dispusieron a entrar, pero se detuvieron al escuchar el chirrido de unos neumáticos que se frenaban bruscamente en la entrada de la mansión. Damien sintió un escalofrío al oír el doble toqueteo de unos tacones que descendían del auto. Alisha, por su parte, no pudo evitar la sonrisa que se formaba en su interior. Hizo una seña para que abrieran la puerta de inmediato, pues ella también conocía el sonido de los tacones de Elizabeth. Si en su vida anterior ese sonido le producía una inmensa ansiedad, ahora solo le causaba diversión.
Mientras tanto, Elizabeth descendió del auto con una elegancia calculada, no sin antes tantear el suelo con la punta d