La señora Rivera miró a Sofía con una expresión amorosa y dijo:
—Sofía, ese muchacho Alejandro está completamente hechizado por esa mujer de la familia García. No te preocupes, haré que te compense debidamente. Eres la dueña que yo elegí para la familia Rivera, y nadie puede cambiar eso.
Sofía sonrió levemente y respondió:
—Señora, si Alejandro ya tomó su decisión, no hay nada más que decir. Le deseo lo mejor a él y a la señorita García.
Dicho esto, Sofía se puso de pie y continuó:
—Señora, si en el futuro me necesita, seguiré viniendo a atenderla como de costumbre. Pero en cuanto al compromiso entre Alejandro y yo, aquí se termina.
—Sofía...
La señora Li intentó persuadirla, pero Sofía negó con la cabeza y dijo:
—Señora, tengo algunos asuntos familiares que atender, así que me retiro. La visitaré en otra ocasión.
Tras decir esto, Sofía se giró y salió de la habitación.
La señora Rivera suspiró mientras observaba a Sofía alejarse.
En el pasado, Sofía Valdés no era una chica tan insensa