—Sofía.
De repente, la voz de Alejandro resonó en los oídos de Sofía Valdés.
Ella volvió en sí, y notó que la mirada de Alejandro se había posado en ella, con un tono de burla en la voz:
—Sofía, ven aquí.
Mateo, que estaba parado cerca, al ver a Sofía vestida con un uniforme de sirvienta, alzó una ceja con visible sorpresa.
Sofía lo entendió al instante.
Alejandro había invitado a Mateo a propósito, solo para humillarla en público.
—¿Por qué no toma asiento, señor Ruiz? —preguntó Alejandro. Luego se volvió hacia Sofía con voz fría—Sofía, acércale una silla al señor Ruiz.
Sofía no se movió.
—¿Qué esperas? No seas descortés con nuestros invitados.
Ella caminó lentamente hacia Mateo y le ofreció una silla.
—Señor Ruiz, por favor, tome asiento.
Mateo aceptó el gesto y se sentó, observando a Sofía con atención.
Don Jorge, el empresario español invitado, miró a Sofía y comentó:
—¿Es usted la señorita Valdés? La he visto antes. Una mujer verdaderamente encantadora.
Sofía solo sonrió, sin deci