Capítulo 86
El secretario Javier no pudo evitar decir:

—Señor Rivera, tengo la impresión de que esto no es tan sencillo como parece…

Esa señorita Sofía ya no se parece en nada a la de antes.

Hace un momento no estaba dispuesta a hacer nada, y ahora ha ido sumisa a la cocina a preparar la cena.

Eso da pie a sospechas.

Alejandro respondió con indiferencia:

—¿Qué tiene de complicado? Con Sofía, el dinero y la presión bastan para hacerla ceder. Ese tipo de mujer, bah…

Cuando el reloj marcó las ocho, Alejandro bajó del segundo piso.

Sofía había colocado el último platillo sobre la mesa y se desabrochaba el delantal.

—Sube a cambiarte de ropa, y luego baja —ordenó Alejandro.

—¿Y la ropa? —preguntó Sofía, sin mostrar emociones.

—Señorita Valdés, esta es su ropa —dijo una sirvienta, entregándole un uniforme de servicio.

Sofía entendió de inmediato: esto era una humillación directa y deliberada de Alejandro.

Pero en lugar de explotar como él esperaba, Sofía simplemente tomó el uniforme y subió las escalera
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