—Trucos de mujer —dijo Alejandro con desdén—. Sólo quiere estar con Mateo para que yo me arrepienta. Pero con ese jueguito tan barato… ni siquiera tiene nivel.
En ese momento, se escuchó una voz desde la entrada:
—Señorita Valdés, esta es su sala de descanso.
Alejandro alzó la vista. La voz del asistente lo distrajo… y entonces la vio.
Sofía apareció con un vestido negro entallado que delineaba perfectamente su figura. El cabello, suelto en ondas suaves al estilo francés, caía sobre sus hombros como seda. Apenas iba maquillada, pero aun así… nadie podía apartar la mirada.
Incluso el asistente no pudo evitar verla dos veces.
—No hace falta —dijo Sofía con voz firme—. Prefiero que empecemos cuanto antes.
—Muy bien, empezaremos en breve.
En ese momento, la puerta de la sala de descanso se abrió.
Sofía volteó… y quien salió fue Mariana.
Vestida de manera recatada, con un conjunto blanco estilo Chanel, su apariencia era dulce y pulcra. Muy calculada.
—Señorita Valdés, lo de ayer… lo siento