En la memoria de Leo, Mariana no era el tipo de chica que hiciera algo así.
Un destello de incomodidad cruzó el rostro de Mariana, pero enseguida respondió:
—¿Cómo crees que fui yo? Sofía ya rompió el compromiso con Alejandro, y aun si no lo hubiera hecho, yo jamás dañaría a alguien de esa manera.
Al escucharla, la expresión de Leo se suavizó un poco.
—Me llamaste de vuelta al país solo para demostrar que en el corazón de Alejandro todavía quedas tú. Pero mírate, ahora él ya rompió con ella. ¿Por qué no puedes soltarlo de una vez?
—Gracias a ti, me siento más tranquila, pero… —Mariana titubeó. No encontraba las palabras.
Era esa intuición femenina que le decía que Alejandro ya no la miraba igual que antes.
—Mari, no seas ambiciosa. Sabes perfectamente que Alejandro jamás se casará contigo —dijo Leo con voz firme.
El rostro de Mariana se transformó al instante. Lo sabía, siempre lo había sabido: Alejandro no pensaba casarse con ella. Ni siquiera sin Sofía, él terminaría escogiendo a otr