Capítulo 279
—¡Dámelo!

Sofía se puso de pie instintivamente, tratando de recuperar el ensayo, pero Elías ya se había sentado en el sofá con la copa de whisky en una mano y el papel en la otra, leyéndolo con calma.

Sofía, con la pierna aún resentida, no podía moverse con rapidez; si quería alcanzarlo, tendría que caminar hasta ponerse frente a él. Al final prefirió dejarse caer en el otro extremo del sofá y no hacerle caso.

Elías, en cambio, leía con auténtico interés, y de vez en cuando se dibujaba en su rostro una sonrisa.

Al notar aquella expresión, Sofía se inquietó. Cada gesto suyo le parecía una burla a su ignorancia.

—Solo escribí por escribir —dijo con impaciencia—. No es para que te rías así.

—¿Y quién te enseñó a escribir esto? ¿Algún maestro? —preguntó Elías con ironía.

—No. —Sofía bajó la voz—. Son cosas que se me ocurrieron… sin ton ni son.

La incomodidad la hizo levantarse; se plantó frente a él y le arrebató el papel. Elías no se resistió.

—Está bien escrito —dijo con tranquilidad—.
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