Capítulo 235
—Sí, señor Ruiz.

Mateo se dio media vuelta y salió del salón.

Todos en el aula miraron a Mariana con cierta lástima, sin saber que lo que más detestaba ella era justo esa mirada de compasión.

—Mariana… —Silvia intentó consolarla, pero al ver los ojos enrojecidos de su amiga, sólo alcanzó a mirar cómo salía del aula sin decir más.

Al caer la tarde, en la casa de los Rivera.

Sofía bajó de la cama cojeando.

La sirvienta abrió la puerta y, al verla de pie, casi dejó caer el tazón que traía en las manos.

—¡Señorita Valdés! El señor Rivera dijo que debía quedarse en cama varios días, ¡que no podía levantarse! ¿Cómo es que anda sola?

De inmediato la sostuvo del brazo, aunque Sofía parecía no darle mayor importancia.

—He pasado todo el día acostada, si sigo ahí me voy a quedar tullida.

—Pero el señor Rivera ordenó…

—Él no está en casa, ¿para qué hacerle caso?

Apenas terminó de hablar, se escuchó del pasillo la voz gélida de Alejandro:

—¿Ah, sí? Pues aquí estoy. ¿Y ahora qué vas a hacer?

Sofía
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