Capítulo 236
Si hubiera sido antes, a la abuela todavía le habría gustado presenciar una escena así.

Pero ahora, su expresión se volvió fría y dijo:

—Carmen, ¿para qué están ustedes? ¡Apúrense y bajen a la señorita Valdés!

Con esa sola frase —señorita Valdés— ya había marcado una distancia entre ella y Sofía.

Antes siempre la llamaba con cariño, Sofía.

Al parecer, después del escándalo, la señora Rivera ya no pensaba mostrarle buena cara.

Carmen se apresuró a extenderle las manos a Sofía.

Ella, que no veía la hora de apartarse del cuerpo de Alejandro, se mostró más que dispuesta a cooperar.

Alejandro también lo notó, y por eso le lanzó una mirada helada a Sofía, ya de pie en el suelo.

Al ver que ella ni siquiera se atrevía a mirarlo, se le hizo un nudo de frustración en el pecho.

¿Tanto le desagradaba que la tuviera en brazos?

Sofía se quedó de pie a un costado y dijo en voz baja:

—Señora…

—Escuché que estabas herida.

La señora Rivera la miró de arriba abajo; el cuerpo entero de Sofía estaba cubier
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