Alejandro sabía que tenía la culpa, así que se quedó callado un buen rato, sin poder articular palabra.
Al final, respiró hondo y dijo:
—Ya dijiste suficiente… si quieres algún tipo de compensación, dilo de una vez.
—Bien, directo —respondió Sofía con frialdad, justo lo que Alejandro esperaba—. Quiero que de ahora en adelante no vuelvas a meterte con la familia Valdés, ni a provocarme. Ya que rompimos nuestro compromiso, que no haya deudas entre nosotros. Me lastimaste injustamente, así que los gastos médicos corren por tu cuenta.
—¿Tan simple? —preguntó Alejandro, levantando una ceja.
—Sí, tan simple —dijo Sofía, mirándolo fijamente—. Aunque, si de repente te da un poco de conciencia y quieres darme algo de compensación económica… no me molestaría. Podría considerarlo como una especie de “pago por ruptura”.
Al escuchar la palabra “ruptura” salir de su boca, el rostro de Alejandro se ensombreció.
Por alguna razón, escuchar esas tres palabras le resultó incómodo.
—¿Qué pasa? ¿Te da pen