—Está bien, te creo esta vez. Mañana en la tarde buscamos un lugar tranquilo para vernos.
—Gracias por confiar en mí, señorita García. Nos vemos mañana.
Sofía colgó el teléfono.
Todo estaba listo. Ya había decidido.
Si no podía presionar a Alejandro para que rompiera el compromiso, entonces trabajaría sobre Mariana, la que estaba siempre a su lado.
Cuando Alejandro rompiera con ella, que se revolcaran en su drama, a Sofía no le importaría ni un poco.
Como en la vida pasada, si Elías despertaba interés en Mariana, Alejandro se pondría nervioso.
Así comenzaría ese enredo de amor y odio entre ellos, y ella quedaría libre para volar alto, sin tener que enfrentarse a nadie, ni siquiera a Elías.
Pensando en todo esto, Sofía sonrió con satisfacción: estaba jugando con las cartas perfectas.
Al día siguiente, en la universidad.
—Oye, Tomás, ¿esa Sofía Valdés es tan difícil de manejar? —preguntó uno de los ricos con los que andaba siempre Tomás, mientras fumaban en un rincón.
Tomás mostró una mu