—Esa propiedad, en realidad, no vale más de cien millones —dijo Sofía con calma—. Si el señor Casanova quiere comprarla, yo podría ayudarle a hacer el contacto. ¿Qué le parece?
Al fin y al cabo, Elías terminaría enamorándose de Mariana tarde o temprano.
Más valía adelantarse a los hechos y facilitarle el camino.
A Sofía, sinceramente, le daba igual cómo se disputaran Alejandro y Elías el corazón de Mariana.
Ella no era más que una espectadora en esa historia.
Y si con eso lograba que Alejandro dejara de ponerle tanta atención, mejor.
Elías la miró con una chispa de interés.
—¿Y cómo piensas ayudarme a hacer ese contacto?
—Yo misma invitaré a Mariana a salir —respondió Sofía, con una sonrisa que no llegaba a los ojos—. Le diré que estoy dispuesta a alejarme de Alejandro a cambio. Así… usted podrá ofrecer el precio que quiera por ese terreno.
—¿Ah, sí?
Elías entrecerró los ojos.
—Señorita Valdés, ese acto de sacrificarse por el bien ajeno… realmente admirable. Yo, sinceramente, no tengo