El secretario Javier se quedó paralizado al volante, mientras Elías, antes de subir al auto, les lanzó una mirada desafiante como quien provoca a propósito.
La cara de Alejandro se puso aún más oscura.
—Señor Rivera… ¿y si…? —intentó decir Javier.
—¡Vamos! —interrumpió Alejandro con voz fría—. De ahora en adelante, lo que pase con Sofía no tiene nada que ver conmigo.
Viéndolo tan molesto, Javier se tragó las palabras que tenía para defender a Sofía.
En ese momento, Sofía ya estaba dentro del auto de Elías, quien se quitó la chaqueta y se la colocó sobre los hombros.
Ella se acomodó la prenda y dijo:
—Gracias, señor Casanova. Cuando regrese lavaré esta ropa y se la devuelvo mañana.
—Mejor tírala, no suelo usar ropa sucia —respondió él sin mucha emoción.
—… —Sofía le regaló una sonrisa leve y no dijo nada más.
Elías comentó con tono despreocupado:
—Pero Alejandro te vio subir a mi coche.
—¿Qué? —Sofía se acercó al vidrio para mirar afuera, pero Elías ya arrancaba.
—El coche ya se fue.
—…