Sofía lanzó una mirada a Luisa y dijo:
—Tía, ¿qué tiene que ver su cumpleaños conmigo? Si él cometió algo ilegal, que no se queje si yo no tengo piedad.
—¡Sofía! ¡Sofía! —Luisa la sujetó rápido de un brazo—. Todo se puede arreglar... ¿Para qué tanta rabia? Tomás te falló, por eso yo te pido perdón en su nombre, o... ¡Ya sé! Tengo unas joyas que quería regalarte desde hace tiempo...
Sofía arqueó una ceja al ver que Luisa intentaba apagar el incendio con dinero.
Claro que no tenía intención de hacer un escándalo antes de la fiesta de cumpleaños de Tomás; al fin y al cabo, la celebración iba a ser un desastre igual, y ella no pensaba arruinarle la función a nadie.
Pero usar eso para sacar ventaja no estaba mal.
Pensando en cómo Luisa había usurpado muchas de las joyas de su madre desde que se casó con su padre, Sofía replicó:
—¿No eran esas joyas las que mi madre me dejó?
Luisa se puso incómoda y respondió:
—Bueno… eran para guardarlas yo, hasta que crecieras para que te las quedaras, per