Luego de que Roman se fuera al laboratorio, estuve en la cocina la mayor parte del día haciendo un pastel de chocolate para la cena.
Quería consentir a Paloma y a Roman.
Lola y Gail solo me miraban con sonrisas sabedoras que yo ignoraba.
Ambas mujeres se habían vuelto mis amigas y me encantaba pasar tiempo con ellas en la cocina.
Escuchar los consejos y vivencias de Lola.
Reírme de los desastres de Gail.
La misma Lola reprendía la forma tan ligera en que llevaba la vida y por eso sus incidentes que la han llevado a pasar noches en la estación de policía.
Ella no aprende.
Estoy en mi habitación cuando llaman a mi puerta.
Segundos después, la cabeza de Gail aparece.
—Abajo está la exesposa del Román y quiere verte.
Por un momento me sorprende sus palabras.
Ella se ve algo incómoda por la situación, pero no dice nada.
—Bajo enseguida —replico.
Esta asiente y con eso se va.
No sé qué pretende la mujer, pero no me da buena espina.
Me paso las manos por el uniforme antes de bajar y encontra