Camila fue forzada a abortar. Débil y vulnerable, fue arrojada a un hospital psiquiátrico.
Yacía en la cama del hospital con el corazón hecho añicos, su rostro pálido como el papel, como si toda la fuerza hubiera sido drenada de su cuerpo.
Daniel apareció frente a ella. Arrojó las pruebas con violencia sobre su rostro.
—¿De verdad creías que tus acciones pasarían desapercibidas para los dioses y los hombres?
—¡Incluso fuiste capaz de hacerle daño a tu propio hijo! ¡Eres indigna de ser madre!
Al ver esas fotos y documentos, el rostro de Camila palideció al instante. Sabía que todo lo que había hecho había sido expuesto.
Sus labios temblaban. Quería explicarse, pero se dio cuenta de que no tenía nada que decir.
Daniel la miró fríamente, sus ojos oscuros llenos de escarcha.
—Camila, te di incontables oportunidades. Pero tú insististe en rebajarte.
—Por el resto de tu vida, no se te permitirá ver a Andrés. Pasa tus días en paz en este hospital psiquiátrico.
Camila observó la espalda de Dan