Punto de Vista de Héctor
Aquella mañana reuní a toda la manada para entrenar. Algo me molestaba pero no sabía qué era. Las fronteras estaban tranquilas, no había peligro a la vista, pero igual tenía esa sensación rara en el estómago. Me había estado fastidiando por días, desde que me levantaba hasta que me acostaba, hasta me despertaba de noche con esa sensación de que algo malo iba a pasar.
Normalmente me pasaba esto cuando estaba por venir un ataque o cuando algún lobo extraño se metía en el territorio de la Manada Fantasma Oscuro. Pero todo estaba en calma, no había ni un alma en kilómetros.
Por eso los puse a entrenar a todos. Si llegaba a pasar algo, al menos los que no eran guerreros iban a saber defenderse.
—¡Otra vez! —les grité a unos chavos de la manada. Eran muy jóvenes para estar entrenando así, pero en la guerra no importa la edad.
—Alfa, el Alfa Julio espera en la entrada. —me comunicó Esteban por enlace mental desde el extremo opuesto del campo de entrenamiento.
—¿De ver