Punto de vista de Runa
El camino de vuelta a casa siempre era solitario, esos pensamientos oscuros siempre intentaban colarse cuando solo tenía los ruidos de la naturaleza para hacerme compañía.
El autodesprecio... la duda... la humanidad a la que mi loba se aferraba tan desesperadamente. Ella era la que se negaba a rendirse, se negaba a aceptar que ese sería nuestro destino por el resto de nuestras vidas.
Ella quería más, rezaba por más.
Yo no era tan romántica como mi loba; era práctica. Hice el trato para pagar la deuda, una deuda que me llevaría el resto de la vida saldar, una deuda que ni siquiera era mía.
Podría haber estado caminando a través de barro espeso y pegajoso por la forma en que mis piernas se levantaban pesadamente con cada paso, pero no era así... el camino estaba despejado.
El sol brillaba hermosamente esa mañana, calentando mi cuerpo al instante, que había estado frío por haber caminado a través de la noche oscura.
No me importaba caminar en la oscuridad; yo era la