Punto de Vista de Carla
Héctor hablaba de liberarla como si fuera su responsabilidad, como si ella estuviera prisionera. Suponía que en cierta forma lo estaba, pues Tomás la amaba demasiado como para dejarla ir... para permitir que se fuera con Héctor... para dejarla morir.
Él me cortaría sin dudarlo para protegerla, sin pensar ni una vez en mi vida. ¿Lo amaría ella tan profundamente si supiera de lo que era capaz, de lo que había hecho?
Una parte de mí quería abrirle los ojos, pero tal vez ella era una inocente, como Héctor había dado a entender. Pero ¿acaso el vínculo de pareja no lo estaba engañando también a él?
Casi se me había olvidado que liberarla era inútil, pues yo era la única cura para su salud que empeoraba día tras día, algo que supuse el Alfa Damón no le había contado a Héctor.
De lo contrario, ya estaría atada, amordazada y metida en la cajuela de su auto, rumbo a la Manada del Desierto Ámbar.
¿Me había traído algún consuelo escuchar la versión de Héctor? Para nada.
Per