Punto de Vista de Héctor
—¡Alfa!
Desperté con la cabeza a punto de estallar. Toda la noche había sentido como si alguien gritara dentro de mi mente, igual que esos altavoces que aturden en los conciertos de rock.
—¿Qué pasa? —grité sin poder evitarlo. La confusión me dominaba por completo. Tenía la garganta seca y la mente nublada mientras la luz de la mañana entraba por las cortinas.
—Es Carla, ya despertó...
—¿Desde cuándo? —me senté con dificultad. Me mareé al recordar que anoche no había comido nada, solo whisky. Vi las dos botellas vacías junto a la cama.
—Desde las tres de la madrugada. Volvió a dormirse, pero acaba de despertar otra vez.
Miré la hora en mi celular, que por suerte había puesto a cargar antes de quedarme dormido. Las 8:30 a.m. Mierda... me había perdido el entrenamiento.
—Diablos, Aurora, te dije que me despertaras en cuanto ella abriera los ojos.
—He estado intentándolo, Alfa.
—Ya voy para allá... —me levanté de un salto, me puse los jeans y saqué una playera lim